Un tailleur, un héritage, une vision.
Carole Petit creció en el mundo de los sastres.
Su padre ejercía este oficio con rigor y elegancia. Junto con sus hermanos, formaban una generación de artesanos de la ropa masculina.
De niña, la observaba elegir sus telas, trazar patrones, ajustar las siluetas.
Ese mundo de precisión y gestos seguros se convirtió en su lenguaje.
Pero Carole quiso darle su propia voz: femenina, libre, instintiva.
Fundó DIEGA como se escribe una carta de amor a esa herencia, añadiendo su propia mirada.
El sastre, antes símbolo de rigor, se vuelve para ella fluido, vivo, espontáneo.
Un homenaje a su padre. Y un manifiesto para todas las mujeres que se atreven a trazar su propia línea.