Encontrarme en este entorno natural salvaje, con sus acantilados majestuosos, sus largas playas de arena, sus valles verdes y exuberantes, el soplo del viento que me hace girar la cabeza y me abre los ojos a toda la belleza que ofrece un espectáculo que hay que contemplar cada nuevo día...

Este grandioso panorama merece toda mi admiración...

Estoy abrumada y asombrada por todo: el cielo, atormentado por estos chubascos, de repente iluminado por los rayos aún tímidos del sol, acariciándonos con su suavidad y dejando entrar una ráfaga de luz que calienta la frialdad del invierno...

Desde el mar hasta la cumbre, la vegetación se escalona, creando un mosaico a medida que suben las mareas, pintando el paisaje con colores naturales tan inesperados...

Los reflejos del agua brillan como las estrellas en el cielo reflejando su esplendor.

Esta naturaleza me inspira a lo largo del tiempo, durante una estación en la que todo cobra sentido y da lugar a la creación.....

Y entonces, mientras espero los fríos días que se avecinan, recordar que los árboles pierden sus hojas cada invierno y renacen en primavera hace que mis mañanas sean más encantadoras.

Gracias a mi amada Tierra por mimarme como si tuviera derecho a un regalo de una fuerza tan poderosa y a la vez tan gentil...

Gracias a mi amada Tierra...

Una actitud para el encanto, firmada con un hilo discreto.