Patrimonio
La madre de Carole da gracia a los gestos más sencillos.
Transmite a su hija el gusto por la elegancia discreta, la que se revela sin esfuerzo y acompaña cada momento de la vida.
En sus ojos, la fuerza dulce de las mujeres que dirigen una casa, una familia, un mundo. Demuestra que la feminidad no es una apariencia, sino una forma de ser: libre, digna, viva.
En cada costura, Carole escucha el eco de su voz. 
En cada tejido, la huella de su presencia permanece, como un hilo invisible que une el pasado con el futuro.